Ayer tras unas cuantas horas de carretera y unas cuantas más de paradas, llegamos a Barcelona, donde cogimos un ferry que nos está llevando hasta Civitaveccia.
Es la segunda vez que viajamos a Roma en ferry, la primera fue hace 5 años y medio, cuando cuchuflin tenía 6 meses, pero esa vez viajamos en butaca, ahora con tres niños la cosa ya cambia, y hemos cogido camarote.
Es la segunda vez que viajamos a Roma en ferry, la primera fue hace 5 años y medio, cuando cuchuflin tenía 6 meses, pero esa vez viajamos en butaca, ahora con tres niños la cosa ya cambia, y hemos cogido camarote.
Cuchuflin y pillisquin están súper emocionados, es una verdadera aventura para ellos ver como hemos subido con el coche dentro del barco, la cantidad de camiones que había ya dentro, lo grande que es el barco y cómo flota a pesar de todo el peso que lleva ("que cosas papá, no se hunde"). La emoción ha ido en aumento cuando hemos entrado en el camarote y han visto el ojo de buey desde donde pueden ver todo lo que pasa ahí fuera ("mira mamá, eso parece una foca"). Y ya la guinda del pastel, ¡¡han dormido en las literas!!
Ahora estamos llegando a Portotorres y mientras la mami cuida de la pequeñina que hace la siesta del borrego, los nenes con el super maridín no pierden detalle de cómo nos acercamos a la costa para que bajen los primeros pasajeros.
A nosotros aún nos quedan unas cuantas horas de aventura en el ferry, y muchas más en Italia, ¡porque esto no ha hecho más que empezar!
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